A veces, cuando miro por la ventana, todavía espero verte aparecer: rubia, radiante, hermosa. Así es como te recuerdo, madre.
Recuerdo todas las historias que me contabas cuando era una niña.
Me hablabas de la grandeza y la belleza de las antiguas ciudades de Kyonin en los tiempos de la Reina Telandia Edasseril, mientras yo escuchaba anonadada y con los ojos abiertos sus cuentos y leyendas. También me hablabas del esplendor incomparable de Iadara, y de tus propias aventuras más allá de las fronteras. Como swordancer perteneciste a la guardia de la ciudad, y gracias a ello tuviste muchas oportunidades de ver el mundo. Tal vez demasiadas.
Recuerdo a la abuela Saranna –por quien me pusiste el nombre-. La recuerdo como una hechicera que si bien no llegó nunca a alcanzar la gloria gracias a sus dotes innatas, vivió para realizar su sueño de erigir una de las bibliotecas más importantes de la capital tras la reconstrucción, un templo de sabiduría y erudición. Quizás no fue la mejor hechicera, pero sin duda fue una cronista brillante.
Pero hay pesar en mi interior, madre.
Del abuelo no sé mucho. Y si lo pienso, hay tantas cosas que desconozco… Lo único que de él sé es que murió siendo un prometedor swordancer como tú, dejando a la abuela sola al poco de su boda, llevándote ya en su vientre. A veces pienso si no se refugiaría en los libros y su magia, huyendo del pesar y del dolor.
Recuerdo que la abuela me cuidaba muchas veces, aquí, en Erages. Pero fueron pocas las ocasiones en las que me llevó a su estudio en Iadara. De algún modo, parecía como si la ciudad no fuera lugar para mí, aunque yo no pudiera entenderlo. Pero ahora, tal vez comprendo.
Lo que más me gustaba era verla conjurar algún hechizo. Ver la magia. Tocar la magia. Sentir la magia. Sé que tu mayor anhelo, tu esperanza para mí, estaba puesta en el filo de la espada, pero yo siento una chispa, aunque sé que el poder no habita en mi interior como en la abuela. Y sé que mi destino es encontrar esa misma magia y comprenderla. Creo que por eso la abuela dedicó tanto tiempo a cultivar mi curiosidad. Me enseñó el arte de la pluma, y a plasmar e incluso dibujar mis pensamientos en papel.
Estoy decidida a encontrarte, y a aprender todo lo que pueda en el camino, porque el mundo está lleno de conocimiento. Estoy decidida a seguir los senderos de lo arcano y en el camino espero, algún día, descubrir todos los misterios que me envuelven. Porque ahora entiendo el motivo por el cual no soy bien recibida en Iadara. Madre, no hay pureza en mi origen y no me lo dijiste nunca.
0 comments:
Post a Comment